Era el año 1993 cuando apenas contaba con cuatro años, me
encontraba estudiando en el kínder, era muy inteligente y no me gustaba cantar
rondas infantiles, ni jugar a la rueda con los otros niños porque me parecía algo
muy estúpido, realizaba otras actividades más importantes para mí, las cuales
no eran del todo sanas, pues me encantaba mirar a mis compañeros jugar a la
montonera, la finalidad de todo era poder ver como se tiraban al piso las niñas
y poder ver sus calzones, eso me emocionaba mucho, se aceleraba mi corazón y sentía
buenas erecciones en mi pene, ese se convirtió en mi pasatiempo favorito, le cogí
tanto gusto que siempre disfrutaba hacerlo, el primer día que lo hice descubrí
que me gustaba demasiado y siempre que pudiera no desperdiciaría ninguna
oportunidad de poder ver todo lo que me gustaba, me fui a mi casa y no deje de
pensar en eso todo el día.
Después de pasar varios días disfrutando de mi pasatiempo
me puse a pensar que a mi casa entraba una amiguita llamada Elisa, tenía la
misma edad que yo, ella entraba a ver televisión conmigo, se sentaba a mi lado,
yo a mi corta edad ya tenía la mente dañada, me di cuenta que como niño no era
tan inocente como dicen que son los niños, la mire y tenía una faldita muy
corta, le dije que si por favor me podía mostrar sus calzones, ella
inocentemente se levantó la faldita, yo mire su ropa interior, en ese momento tenía
una erección que casi reventaba mis calzoncillos, no desaproveché la
oportunidad, agarre su vagina y la empecé a tocar, la sensación fue tan
placentera que hasta el día de hoy ya casi llegando a mis treinta años lo
recuerdo como si fuera ayer, me sentía tan bien, que pensé nunca desperdiciar
ninguna oportunidad, así que cada vez que la amiguita entraba a mi casa yo la
tocaba, mis padres nunca se dieron cuenta por lo cual pude seguir varios meses
haciendo lo mismo, hasta que se llegó el día en que mi amiguita no volvió, como
vivía enseguida decidí ir a su casa a ver si todo andaba bien, entonces me di
cuenta que todo no andaba bien y ella había contado en su casa lo que yo le hacía
ya que su hermano que en ese tiempo contaba con veinticinco años me miraba
extraño y cuando mi amiguita le dijo que si la dejaba ir a mi casa, la miro feo
y exclamo ¡Eso si le gusta no, éntrese mejor! En ese momento me fui para mi
casa y me quede un poco apenado de que se habían dado cuenta de lo que yo hacía.
En otra ocasión me encontraba muy enfermo, fui con mi
mamá y la hermana de mi amiguita Elisa que se llamaba Ingrid a la farmacia, mi
mamá me compro un remedio, se encontró a una amiga y se puso a hablar con ella
y le dijo a Ingrid que se adelantara conmigo para la casa, bueno nos fuimos
caminando a paso lento, y yo mientras caminaba, pensaba en lo bonita que era Ingrid
y lo que más me llamaba la atención era que tenía más años que yo, entonces en
el camino pensé que cuando llegara a la casa tocaría su vagina, así lo venía
pensando y así tenía que hacerlo, llegamos a la casa, abrimos la puerta y yo me
pare en frente de ella, cogí medio palo de escoba que estaba cerca de mí y se
lo puse en la vagina, ella me miro asombrada y dijo ¡Deje la grosería que ya
viene su mamá y nos va a ver! Yo me quede en silencio y no dije nada, así nos
quedamos hasta que llego mi mamá, Ingrid se fue y no pasó nada más.
De esta manera fue como me convertí en manoseador, nunca
mis papás se dieron cuenta y desde niño me gusto ver los calzones de las niñas
y tocar sus partes íntimas. Más adelante seguiré contando más historias sobre
mi evolución y más situaciones que pase realizando mi pasatiempo.
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